Crónica TransGranCanaria Classic
Por Alberto Peña.
Si se Sueña con la Meta, la Meta se convierte en tu más bonito Sueño.
Desde que en el año 2016 participara en la TGC-Advanced de 83 kms (cuando salía de Fontanales) no había vuelto a participar en la Transgrancanaria. En estos cuatro años la Ultradistancia y yo nos hemos tomado un tiempo, un tiempo que requería la familia y sobre todo la pequeña Eva. Estos años he disfrutado de la montaña de una manera diferente, más calmada, entrenando con amigos y sobre todo con unos cuantos maratones. El año pasado por primera vez fui a una salida de la TGC 128 kms, como espectador, en la Playa de la Canteras. No sé, si fue por autoconvencimiento o por el cosquilleo tan grande que me recorría el cuerpo al escuchar a los Gofiones cantando «Ay mi Gran Canaria» que ese mismo día decidí que yo tenía que estar en la arena bajo el arco con mi mochila colgada.
Después de las Vacaciones de Verano, quise dar un cambio a la forma de entrenar que llevaba y contacte con Abel Redondo de Runhabitat para plantearle mis intenciones y cómo afrontar una preparación específica para esta carrera con 6 meses dedicados exclusivamente. Tras darle luz verde a mi locura y con el abismo tan grande que se me planteaba por la distancia y el tiempo en carrera que rompería, (en caso de terminarla) todos mis registros anteriores, comenzamos a entrenar intercalando pruebas que fueran afinando y que a la vez sirvieran para simular partes de la carrera. Así con la Media Trail del Norte en Arucas, La Ruta Doramas en Firgas, La k42 en la Laguna y El desafío Pilancones en Tunte, llegó el Viernes 6 de Marzo de 2020 el día de la TRANSGRANCANARIA-CLASSIC.
Es impresionante la cantidad de cosas que tienes que llevar a una carrera de este tipo, material obligatorio, ropa de abrigo, ropa de recambio, accesorios, baterías, botiquín y la comida que cantidad de comida je je. El día anterior preparando las cosas parecía que me iba de acampada una semana. Tuve la inmensa suerte de que me asistiera mi hermana Carolina durante todo el recorrido. Hasta Tejeda con su novio Leví y desde el Garañón con mi mujer Laura y mi cuñado Alberto. Estaré eternamente agradecido a los cuatro por ello.
Llegamos una hora y media antes de la salida a la zona de la Puntilla. Muchos amigos, muchas caras conocidas, muchos nervios, mucha ilusión y deseando bajar a la arena. Últimos ánimos de Laura, ajustando todo el material y para abajo que nos fuimos. De nuevo Los Gofiones cantando, pero esta vez era yo el que estaba en la salida, sin un objetivo claro, más que terminarla, por ser mi primera vez, pero con una chuleta de tiempos para 24h, 22h y una más utópica de 20h. Ya la había visualizado un millón de veces ahora sólo había que salir a disfrutar corriendo, como me recordaba Abel los últimos días.
La salida por la arena fue muy emocionante, aplausos, fuegos artificiales y muchísimos corredores. Esquivando gente e intentando no hundirme mucho en la arena llegamos a la avenida y desde ahí el ritmo era vertiginoso, después del Alfredo Kraus, subiendo por el Rincón y no se paraba de correr. Los Giles, Tenoya y llegamos a Santidad. Cuando miro el reloj y veo que llego en 1h 42 m, lo primero que me viene a la cabeza es que salí demasiado rápido y que lo iba a pagar, pero las sensaciones eran muy buenas me sentía genial. La noche acompañaba y que mas daba todo, estaba corriendo la Transgrancanaria.
El siguiente tramo nos llevaba hasta Teror, donde me esperaba mi hermana. Aquí ya se empezaba a disfrutar del desnivel positivo, saco los palos en los Castillos. Las rampas cada vez se hacían más empinadas hasta coronar el Pico Rayo. Uno de los momentos más bonitos de la carrera fue la subida a la segunda rampa del Pico donde se hizo el silencio entre los corredores, mientras sonaba el estruendo de un tambor y el martilleo de un cencerro, una hilera de luces rojas en ascenso hacia una Luna envuelta en niebla sobre Osorio. Ciertamente Inolvidable.
Después de coronar, descenso rápido con un pequeño amago de calambres que no dura ni un minuto y que gracias a Dios no se vuelve a repetir más en toda la carrera. Llego a Teror en 3h 21 m (sigo yendo muy rápido). Hago el avituallamiento asistido, saludamos a Pinito y nos vamos para Fontanales para completar la primera Maratón.
El tiempo sigue acompañando, te permite correr, un trote continuo y unas subidas calmadas hasta llegar a Valleseco, en este tramo voy acompañada en partes por David y Davinia del BoleraTrail y la conversación hace que el tiempo pase algo más ameno. Antes de llegar a Fontanales formamos un grupito de 10 o 12 corredores, que también ayuda a avanzar mientras la temperatura ya sí que baja más bruscamente. En Fontanales vuelvo a ver a mi hermana. Tomo un poco de arroz que deje preparado, tiro de un buff para el cuello, para aguantar el fresquito que viene ahora y me meto en el garaje que tienen de avituallamiento y tomo un caldo resucitador que me sienta estupendamente para seguir avanzando. Tiempo en carrera 05h 18m y ya me asusto porque voy casi una hora más rápido del mejor pronóstico que tenía. Pienso rápidamente que esto es sólo un colchón de tiempo para lo que me queda y sin obsesionarme sigo adelante.
Ahora viene la noche más profunda y en la zona más fría del trayecto. En Lomo Pavón teníamos que estar en 4 o 5 grados. Pasamos este tramillo y empieza una bajada prolongada que en su última parte se hace muy tediosa. Es extremadamente técnica con tanta bajada se me pasa la hora de la comida y me da un poco de mareo. Saco un sándwich que llevaba y en un momento me veo bajando por un sitio supe empinado lleno de piedras sueltas con los bastones en una mano, el sándwich en la otra y ajustando el frontal, ay Dios mío que me mato. Se acaba esa bajada y viene la subida más larga de toda la carrera desde el Sao hasta el Pico de la Bandera, pasando por la Presa de los Perez donde está el avituallamiento, esta vez sin asistencia. Hasta la Presa de los Perez me lo tomo con calma porque se lo que aún falta, se empiezan a ver corredores pasándolo mal sobre todo por problemas estomacales. La noche comienza a pasar factura y aunque estoy cansado puedo seguir andando bien y bastoneando a lo largo de toda esa subida hasta Tamadaba. Mientras, empieza a amanecer y la bruma matutina. entre el pinar aún quemada por el incendio de este Verano, deja otra estampa grabada en la retina. Recorro Tamadaba para llegar a Artenera mientras el Sol se levanta lo que me da un poquillo de vida. Bajo al Avituallamiento a por mas Caldo y me da por comer chocolate negro como si no hubiera mañana, en la asistencia recargo, me quito la térmica y cambio de camiseta y nos vamos a por Tejeda. Llevo 9h 25m.
Paso por Artenara unos 20 minutos antes de que salga la Advance, y empiezo a subir los Moriscos sabiendo que pronto empezará a adelantarme la cabeza de carrera, lo cual me entretiene mirándolos, mientras yo con mi ritmo pausado, avanzo hasta la Cruz de Tejeda donde me alegra ver a Rubén Lezcano entrenando y me da muchos ánimos para seguir. Bajada hasta el pueblo de Tejeda donde siguen adelantándome de la Advance y Superavituallamiento en el Pueblo antes de ascender al Roque Nublo, donde me encuentro con Abel y hablamos de la comida porque empieza a costarme ingerir sólido. Salgo de Tejeda en 11h 30m.
Soy consciente de que he completado la primera parte de la carrera y me concentro ahora en llegar al Garañón donde se que me esperan mi mujer y mi hija, eso hace que saque fuerzas de donde ya empiezo a perderlas. Me encuentro fatigado y ya la subida a la Culata me cuesta, cuanto más, el sendero al Roque Nublo, donde se apodera de mi un fuerte dolor de espalda, que achaco a tantas horas de bastoneo. Bajo muchísimo el ritmo pero el dolor cada vez es más fuerte hasta que necesito sentarme porque llega a ser insoportable. Sólo pasan dos minutos y veo aparecer a Xerach, mi compañero de mil batallas, que venía unos pocos minutos tras de mí, también viene cansado y con un dolor fuerte de rodilla que traía de antes de la carrera. Se sienta conmigo un ratillo y mientras esperamos que nos alcance Jose Bordón que venía cerca decidimos que Xerach me cierre la espalda que tenía más dura que las Rocas del Nublo. Por fin puedo echar a andar de nuevo. Con Jose hago toda la subida y con Xerach un poco por delante. Pues así llego a la explanada del Nublo, piel de gallina, como siempre que llego ahí, pero quizá esta vez un poquito más especial. 13h 22m.
Descenso hasta el aparcamiento de la Goleta evitando turistas, que por la hora eso parece Triana, y camino hasta el Garañón que ni tan largo se me hizo. Y por fin veo a Laura y a Eva. Me quito la mochila por primera vez y como tranquilamente un plato de pasta que tengo preparado, me hidrato bien, cargo y antes de irme me tomo un cafecito del termo de Laura que me sabe a gloria y un Enantyun para el dolor de espalda que aún sigue molestando. Me alegra ver muchas caras conocidas allí arriba que me dan un empujón para ir a por el último maratón.
Casi salimos juntos del Garañón, Xerach, Jose y Yo. Aunque cada uno iba haciendo su carrera nos fuimos cruzando por el camino de bajada. Lo único que quería era llegar al Campanario para guardar los bastones y no volver a sacarlos más. Y así fue. Un alivio para mis espaldas y empezar a correr en la bajada ya enfocando la Plata. Los que me conocen, saben cómo me gusta bajara por ahí, aunque este día no tan rápido. Pero si adelantando a mucha gente de la Advance y de la Classic. Después de Pasar Cruz Grande el objetivo era Hierbahuerto 16h 27m, ultimas rampas sufriendo un poco el calor pero sin bastones. Llegar y refrescar y ahora si a bajar para Ayagaüres donde volvía a estar mi gente.
La bajada a Ayagaüres la verdad que fue sorprendentemente rápida para haber sobrepasado los 100 kms por primera vez en mi vida. Alegría al cruzarme con Jorge Acenk y Galo y ver en Ayagüres a Jacinto y a Juan Milán. Son gente que sabe realmente lo que me ha costado llegar a este día. En el avituallamiento cambio de camiseta recargo muy bien agua, miro el crono y: 17h 45m. Está allí el Míster Abel y comentamos que me quedan dos horas y cuarto para bajar de las 20 horas, aquella utopía del comienzo, que parece estar al alcance pero me falta el famoso Barranco de los Vicentillos. Me despido de la gente esperando volver a verlas en Meta. No sé qué puede pasar pero sigo adelante.
Tres kilómetros eternos de subida antes de bajar al barranco. El primer tramo del barranco al trote intentando no pararme mucho, porque si no, se hace eterno. Pero en la segunda mitad comienza un dolor en el flexor de los dedos del pie derecho que se va incrementando a cada paso hasta el punto de no poder ni trotar y me echo a andar, viendo como se diluye conseguir llegar en 20 horas. Me empiezan a adelantar muchos de los que había dejado atrás y entonces me acuerdo que llevaba un sobre de crema efecto frío. Me paro, lo busco y al bajarme el calcetín veo que tengo el tobillo hinchado y enrojecido. casi 4 kms trotando y parando hasta llegar al Parque Sur pensando que en cualquier momento se me parte algo en el pie. El dolor es super intenso. Se me ocurre cargar el track para saber cuántos kilómetros me faltan y me pongo a calcular a cuanto tengo que hacer el km para llegar y me sale que tengo que ir a 7 minutos el kilómetro, no me vale con andar. Después de tantas horas ponerme a calcular, de locos.
Pues con todo esto llego al canal y son sólo tres kilómetros. Yo no sé ni cuantas veces nos hicieron subir y bajar escaleras, entrando y saliendo del canal. Pero por fin llego a la Avenida. Vuelvo a mirar el reloj y me parece increíble, pero estoy tan cerca. Llego a la arena de la Playa de Maspalomas y ya se escucha la música. Es de día aún y el Sol se pone por el horizonte sobre el mar. Llego al pie del Faro de Maspalomas y escucho gritos de ánimos de muchos amigos, que ni veo por la emoción. Sé que se me saltaron las lágrimas, aunque lo recuerdo como un sueño. Abro bien los ojos buscando a Laura y a Eva y por fin las veo. Laura me da a la pequeña Eva y todos enloquecen al verme llegar. Marcos, que tantos kilómetros hemos hecho juntos, me alienta y me dice que corra, que consigo bajar de 20h. Yo solo pienso en «sprintar» para entrar con mi niña. Esos 100 últimos metros después de 130 kms fueron como ir en una nube en volandas. Un instante que recordaré siempre. Un sacrificio de muchos meses. Una ilusión de muchos años. Un empeño que requirió constancia, muchas horas sin dormir, mucho tiempo fuera de casa, mucho frío, mucho calor, muchas lágrimas, para que en ese último paso que me hizo cruzar el arco, en 19 HORAS 58 MINUTOS Y 21 SEGUNDOS, EN EL PUESTO 85,º pudiera demostrarme a mí mismo que si se Sueña con la Meta, la Meta se convierte en tu más bonito Sueño.
Dios mío… ¡qué crónica!
ENHORABUENA campeón! Los pelos de punta!